21 septiembre 2010

El final de un buen corazón


Tal vez no soy el más apropiado para contar esta historia, pues mi propio nombre dice como soy, Envy, el cual significa envidia, y bueno mi punto de vista sobre ella puede hacer que cambie horriblemente, pero soy el único que lo vivió todo, o casi todo, y solo yo puedo contársela a mis compañeros, a mis seis compañeros.

Todos los días amanecía por la misma ventana y se veía como los rallos del sol iluminaban sus cabellos castaños haciéndolos brillar. Pero día tras día el sol dejó de asomarse por su ventana, dejándola en la oscuridad y el frío.
Fuertes golpes sonaban en una gran puerta, como si alguien intentara desesperadamente hacer notar que estaba ahí.
- No se irá jamás – dijo Greed – es como si lo quisiera todo para él, estaremos siempre en este cuarto para protegerla, porque es nuestra.
- ¡Silencio!, parece que ha parado – dijo Pride. Justo en ese instante llegó una bella chica corriendo.
- La puerta está abierta y no había nadie al otro lado – Sloth bajó la cabeza exasperada – lo siento me quedé dormida y no pude vigilarla correctamente.
Todos abandonaron la habitación dejando a la hermosa joven dormida. Cuando todo había quedado en un silencio absoluto un joven entró en el cuarto y al verla sonrió, se sentó a su lado, y acariciando levemente su cabello, destapó su rostro y se inclinó hacia ella.
- Yo que tu no lo haría, podrías sufrir horribles consecuencias – el joven miró detrás suya y vio a un chico alto del cual no podía vislumbrar su rostro debido a una capucha.



- Es la chica de mis sueños, a la cual amo más que nada en este mundo, no tienes derecho a amenazarme. – dijo algo asustado pero con voz firme. Envy se le abalanzó sobre él y agarrándolo del cuello le dijo:
- No te atrevas a decir eso aquí después de todo el daño que le has hecho, que nos has hecho a todos, aquí ya no amanece, no hay luz, no hay vida, no somos ni sombras, las sombras necesitan luz para existir, somos oscuridad absoluta, y todo es culpa tuya, dime ¿cómo has entrado?
- Aun no te has dado cuenta ¿verdad?, siempre tuve la llave de esa puerta. – Envy abrió los ojos y comprendió lo que quiso decir, era cierto, el tenía la llave, como fueron tan tontos e ingenuos.
- ¿Eres tú realmente? ¿Por fin? – ambos miraron a la cama y la vieron, allí con los ojos nuevamente abiertos, esos ojos llenos de amor que no podían dejar de mirarle a él, tal vez porque formaba parte de ella podía notar lo que sentía, solo con mirarla podía notarlo todo, lo que pensaba, lo que sentía, lo que ansiaba, lo que deseaba, era hermoso y al mismo tiempo frustrante notar todo eso a la vez, tanto que dolía horriblemente. Él al verla la agarro de la mano y le dijo:
- He venido a decirte lo mucho que lo siento, perdóname, te quiero… - los ojos de ella se iluminaron, brillaban, lloraban… pero era amor, la felicidad de escuchar eso, un deseo tan ansiado que no pudo evitarlo, Envy no hizo nada, después de todo eran los deseos de su ama.



Era ese momento, es aquella sensación que tienes cuando estas apunto de besar por primera vez a alguien del cual estás enamorado. Cuando empiezas a juntarte poco a poco, cuanto notas el calor del otro, su respiración, cuando parece que rozas sus labios, era impresionante notar el amor que salía del corazón de ella, es indescriptible, era un sentimiento tan fuerte que casi cortaba la vida… ella estaba enamorada y era correspondida. Por fin ella tendría su final feliz… pero una vez más el destino no querría verla feliz…
Una imagen apareció en mi mente como un relámpago, no pude reconocer el sitio, pero era escalofriante, en ese momento ella empezó a llorar más fuerte, ya no era el amor, sino dolor, caí de rodillas al suelo, podía notarlo también, era como si alguien estuviera arrancándole el corazón, como si alguien lo hubiera cogido y lo aplastara en su puño, pero no era eso, era algo peor, alguien no solo estaba intentando entrar al corazón de ella, sino que lo había conseguido y lo estaba destrozando todo, mi ama había caído al suelo y se retorcía de dolor, lágrimas y lágrimas caían, sus ojos abiertos se habían vuelto negros y gritos ahogados hacían que todos mis compañeros llegaran corriendo a la habitación, nada más llegar todos sufrían mi destino, caían retorcidos de dolor al suelo, pero lo que más me preocupaba es que nosotros solo teníamos repartidos el dolor que ella sentía realmente. Una risa se escuchaba detrás nuestra, fue cuando él directamente cayó dormido en la cama, su rostro había cambiando, estaba pálido, parecía que llevaba días dormido, mi ama se levantó con su mayor esfuerzo y le agarró la mano, él comenzó a desaparecer y en el punto que ambos se juntaban vi que ella también desaparecía, no podía permitir que un corazón perdiera a su dueña, la agarré, cruel destino que nos llevó a los tres a la desaparición.

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