27 septiembre 2010

corazón comprensivo



Desperté, miré a mi alrededor buscándola a ella, el sitio estaba oscuro, sumergido en las sombras, parecía que era de noche pero no había luna, lo que iluminaba los pasillos eran tristes velas puestas en el suelo, casi consumidas por el oxígeno. Fue cuando la vi, más pálida que nunca, sus labios estaban morados y secos, sus brazos parecían débiles.
- Despierta, soy yo – ella abrió los ojos lentamente y dijo:
- Estamos en su corazón, ¿verdad? Puedo notarlo, noto sus sentimientos, su corazón está lleno de contradicción, tiene que ser horrible vivir así.
- Si, yo también lo noto, pero no debería preocuparse por alguien como él, deberíamos volver a nuestro hogar.
- No, el destino nos ha traído aquí, alguna razón hay para ello, ya sea buena o mala para mí. – odiaba saber que tenía razón, dar marcha atrás solo alargaría el problema y la situación. Nos levantamos y caminamos sin rumbo, o eso pensaba yo. El sitio daba algo de miedo, el corazón de mi ama estaba triste, no había luz, vivíamos es un mundo apagado, pero este corazón… era diferente, no estaba triste, es como si el dueño no fuera el mismo chico que le dijo esas cosas un rato atrás a ella. Nos paramos en seco, al ver una puerta entreabierta, de la cual salía algo de luz, como si dentro hubiera una televisión encendida, nos acercamos con cautela y entramos. Se me pusieron los pelos de punta, la miré, pero no parecía tener miedo, parecía que entendía el significado de ese cuarto, su cara pasó de estar apagada a estar realmente triste y enfadada al mismo tiempo, la luz provenía de un ordenador, pero la pantalla estaba en blanco, las paredes del cuarto estaban llenas de fotos, recortes, pero antes de poder verlos más de cerca ella me empujo fuera del cuarto, dejándolo todo como estaba. Y sonriendo me dijo:
- Esta habitación no nos pertenece, pero si se quien es la dueña, es horrible como se puede vivir enamorado de una ilusión. – había cosas que ella siempre se callaba, decía lo justo para mantenernos en silencio y lo justo para quitarnos la preocupación, siempre que ocurría algo lo solucionaba tan rápido, era increíble verla actuar en el exterior, sabía siempre que decir, que hacer, siempre notabas en los ojos del resto la seguridad de estar junto a ella. El problema era cuando los problemas los tenía ella, se encerraba en su habitación y se evadía del exterior hasta que según ella, se le pasaba o realmente los hundía en lo más profundo de su corazón, pero hace poco eso se volvió en su contra y la llevo al sueño eterno del cual, solo la voz de ese chico fue capaz de despertarla, creo que en ese momento es cuando me di cuenta de que realmente debería hacerle caso y seguir adelante.

Y así fue, seguimos andando, todo era igual, velas casi consumidas, todo sucio, había muchísimas puertas, pero todas estaba cerradas menos la habitación del ordenador, era algo que yo no entendía, la miraba, y veía como cada vez estaba más débil pero podía caminar sola, fruncía el ceño, me pregunto en que estará pensando.
- ¿No te has dado cuenta? No es normal que no nos hayamos cruzado con ningún sentimiento, ninguna debilidad, solo esa habitación, y todo está muy silencioso, no estamos solos. – dijo ella de repente bajando la voz a cada palabra que pronunciaba. Pero el silencio fue roto por una risa, era la misma risa que escuché en la habitación cuando nos esfumamos y acabamos aquí.
- No tienes nada que hacer aquí, no puedes llegar de la nada e intentar romper algo que tiene tanto tiempo, llevo tanto tiempo aquí y destruí a tantas, no te lo imaginas – dijo esa voz. Fue cuando mi ama se echó a reír, me sorprendió realmente, y dijo:
- tantas… ninguna era yo. – parecía que había dado en el clavo, nada más decir eso alguien se apareció ante nosotros, llevaba una túnica que le tapaba casi todo el cuerpo, incluyendo la cara.
- ¿Quieres jugar? Pues juguemos – dicho esto desapareció. Mi ama estaba viva por la llama del amor que tenía en su corazón, es lo que le hacía seguir adelante, es lo que hacía que aun pudiera respirar. Pero cayó de rodillas.
- Será duro, pero lo conseguiré – dijo riéndose, me miró, sonrió, y se levantó.

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